La gran mayoría
de la gente entiende por “hermano” a aquel que ha nacido de los mismos padres.
De igual manera, “medio hermano” es aquel que comparte al menos uno de los
progenitores.
Desde tiempos
ancestrales la familia humana fue la base de conformación de las tribus, y los clanes
familiares se fueron constituyendo en los primeros grupos jerárquicos entre los
antiguos humanos.
Pero la hermandad
por lazos sanguíneos y la genética no es la única que existe, de tal suerte que
muchas familias se han formado con personas que, por distintas razones karmicas,
nacieron en la orfandad y fueron adoptados e incorporados a un grupo familiar.
Toda sociedad se
fundamenta en la familia, y toda familia se conforma de padres e hijos que, por
definición son “hermanos”.
Incluso entre los
animales se aprecia que las manadas son grupos familiares cohesionados por la
sangre, la genética y los instintos, asegurando de esta manera la subsistencia
de la manada, y, por ende, de la especie.
Es interesante
estudiar el origen de la palabra “hermano”. Viene del latín antiguo “germanus”,
que sorprendentemente viene de “germen” o “semilla”, que en filosofía es el “principio”
de toda cosa material o moral.
Por generalización,
hermano es todo aquel que comparte un mismo “origen”, sea que lo sepa o no.
Pero el vocablo
en latín más ampliamente conocido como equivalente a la palabra “hermano” es “Frater”.
Y por extensión a un grupo de hermanos se le conoce como “fraternidad”.
Ahora bien, a la
sangre le supera el alma, por encima de lo físico está lo espiritual.
Toda religión
verdadera reconoce que somos hijos de un mismo Dios, y que, por tanto, todos
somos hermanos en lo espiritual.
Dicho en términos
esotéricos gnósticos, somos hijos del Padre-Madre, el Elohim original. Atman-Budhi-Manas.
Del Mundo Causal,
específicamente del Alma Humana (Manas), se desprende una pequeñísima parte de
Dios que al llegar al mundo de la materia se ha envuelto en los cuatro cuerpos
lunares, o cuerpos de pecado, y por eso se conoce a esta chispa divina como la “Quinta
Esencia” (4+1=5), o mas sencillamente, la “esencia” a secas. Esta esencia es el
verdadero “Enmanuel”, “Dios en (dentro de) nosotros”, el primer nombre de Jesús. Esta “esencia” es lo que nos hace verdaderamente
humanos.
Como hemos dicho,
visto desde ese ángulo, todos somos hermanos.
Si embargo no nos
comportamos como tales.
Lamentablemente
el “Ego”, el “Yo”, atrapó nuestra esencia divinal. La sumió en un sueño de la
conciencia a tal grado que ya olvidamos que somos “hermanos”, No nos reconocemos
como tales.
Eso lo hemos
visto a lo largo de la triste historia de la humanidad. Pueblos contra pueblos,
familias contra familias, grupos contra grupos, hermanos contra hermanos.
Tanto es así que
el primer crimen cometido por el ser humano fue un fratricidio, Caín mata a su
hermano Abel.
Por tanto, hay que
reconocer que al mismo tiempo somos hermanos en el bien y hermanos en el mal.
Somos una dicotomía filosófica.
Lo peor del caso
en los momentos actuales, tal como nos enseñan los Venerables Maestros, es que están
naciendo muchos seres sin la “esencia” dentro, sin Dios adentro. Esotéricamente
se les conoce a estas entidades con apariencia humana como “Cuaternarios”,
porque solo tiene los cuatro cuerpos de pecado.
Y otra cosa peor aún,
es que dentro de estos cuaternarios se han estado alojando demonios que
provienen de los abismos. Tal como se nos dijo que pasaría en los tiempos del fin.
Entidades tenebrosas que encuentran una nueva “casa” en el mundo físico. Vienen
a hacer el mal por el gusto al mismo, y, sobre todo, vienen a destruir la Obra
de Dios en nosotros.
Los infiernos se están
limpiando, preparando todo para una nueva raza.
Como consecuencia
de todo esto vemos como hasta en las instituciones esotéricas se ha
tergiversado el término “hermano” y hoy se usa de manera política, en el estricto
sentido de la palabra. En las instituciones esotéricas ya hace tiempo que están
haciendo presencia estas entidades tenebrosas. Lo triste es que no nos damos cuenta.
Una parte
de cierto ritual reza así:
“… y para todas las Instituciones Gnósticas que trabajan de acuerdo a los postulados
de la Venerable Logia Blanca”.
Reconociendo que
no hay divisiones entre los verdaderos hermanos en Dios. ¿Y quién es el juez
que decide si son o no son?
En otro ritual se
expresa lo siguiente:
“Es necesario
que conozcas tus propios defectos, con la firme resolución de eliminarlos.
Debes ser franco; el disimulo es un crimen; no hay mentiras entre hermanos. En
esta Fraternidad las distinciones humanas desaparecen”. Por tanto, hay que ser “franco” (sincero,
honrado, trasparente, veraz, claro), y sobre todo no hay que fingir (disimulo)
lo que no somos, entre hermanos no nos mentimos, no nos engañamos.
Por eso hermanos,
estamos en tiempos estelares. Cada quien debe enfocarse en su Trabajo Espiritual
mas que nunca. Eso es lo que la Doctrina de los Venerables ha enseñado.
He ahí la gran
disyuntiva, la gran misión: o somos hermanos en la Luz o hermanos en las tinieblas.
Los Venerables
Maestros, los Grandes Iniciados, los Grandes Hermanos, son aquellos que
componen la Fraternidad Blanca. La Gran Logia (Los Constructores – de la Gran
Obra- de la antigua masonería) Blanca, constituyen la ultima barrera de defensa
contra el mal. Nos han entregado la formula precisa para salirnos de la trampa
del Ego y volver a Dios.
Y tú, querido
hermano, ¿Que vas a seguir haciendo?
No pierdas miserablemente tu tiempo.
P.I.