Si alguien, colocado en magníficas condiciones,
no está a la altura de las circunstancias, no sabe combinar inteligentemente
los estados concientivos con el medio en que se desenvuelve y vive,
incuestionablemente será un desdichado.
Empero otro que, aunque esté en
circunstancias difíciles, sabe combinar los hechos de su vida práctica con sus
estados de conciencia, logra bienestar, prosperidad, felicidad, etc.
Así pues,
se hace urgente comprender la necesidad de aprender a vivir sabiamente.
Si queremos un cambio definitivo de las
circunstancias de la vida, se hace necesario que tal cambio se verifique
primero dentro de nosotros mismos.
Si internamente no modificamos nada,
externamente la vida continuara con sus dificultades.
Ante todo es necesario
hacernos dueños de sí mismos. Mientras uno no sepa gobernarse a sí mismo,
tampoco podrá gobernar las circunstancias difíciles de la existencia.
...
¿Por qué sufren los seres humanos? Porque
permiten que el pensamiento y el sentimiento intervengan en las diversas
circunstancias de la vida.
Si nos insultan, reaccionamos de inmediato
insultando. Si hieren nuestro amor propio, sufrimos y hasta nos encolerizamos. Cuando contemplamos todo el panorama de la vida, podemos evidenciar claramente
que hemos sido, digamos, leños en el océano, debido precisamente a que hemos
permitido que, en las diversas circunstancias de nuestra existencia, se
entrometan siempre la Mente y el Sentimiento.
No le hemos dado oportunidad a la Esencia,
al Ser, para que se exprese a través de nosotros. Siempre hemos querido
resolver las cosas por nuestra cuenta. Reaccionamos ante cualquier palabrita
dura, ante cualquier problema, ante cualquier dificultad. Nos sentimos heridos
cuando alguien nos lastima o contentos cuando cualquiera nos alaba. Hemos sido
víctimas de todo el mundo. Todo el mundo ha jugado con nosotros. Hemos sido,
dijéramos, leños entre las embravecidas olas del gran océano. No hemos sido
dueños de sí mismos.
¿Por qué nos preocupamos? Me pregunto y les
pregunto a Uds. «Por un problema», me dirán.
La Preocupación, mis caros
hermanos, es un hábito de muy mal gusto, de nada sirve, nada resuelve. Uno
tiene que aprender a vivir de instante en instante, de momento en momento. ¿Por
qué ha de preocuparse uno? Así pues, ante todo, no permitamos que la mente y
que los sentimientos se entrometan en las diversas circunstancias de la vida.
La personalidad humana debe tornarse
tranquila, pasiva. Esto, implica, de hecho, una tremenda actividad
de la Conciencia. Esto significa aprender a vivir conscientemente. Esto
significa poner las bases para el Despertar.
(V.M. Samael, extractos de: "Saber Vivir")
Todos los días vemos gentes que no solamente son infelices, sino que además —y lo que es peor—, hacen también amarga la vida de los demás...
Gentes así no cambiarían ni viviendo diariamente de fiesta en fiesta; la enfermedad psicológica la llevan en su interior... tales personas poseen estados íntimos definitivamente perversos...
Sin embargo esos sujetos se auto-califican como justos, santos, virtuosos, nobles, serviciales, mártires, etc., etc., etc.
Son gentes que se auto-consideran demasiado; personas que se quieren mucho a sí mismas...
Individuos que se apiadan mucho de sí mismos y que siempre buscan escapatorias para eludir sus propias responsabilidades...
Personas así están acostumbradas a las emociones inferiores y es ostensible que por tal motivo crean diariamente elementos psíquicos infrahumanos.
Los eventos desgraciados, reveses de fortuna, miseria, deudas, problemas, etc., son exclusividad de aquellas personas que no saben vivir...
Cualquiera puede formarse una rica cultura intelectual, más son muy pocas las personas que han aprendido a vivir rectamente...
Cuando uno quiere separar los eventos exteriores de los estados interiores de la conciencia, demuestra concretamente su incapacidad para existir dignamente.
Quienes aprenden a combinar conscientemente eventos exteriores y estados interiores, marchan por el camino del éxito...
Todos los días vemos gentes que no solamente son infelices, sino que además —y lo que es peor—, hacen también amarga la vida de los demás...
Gentes así no cambiarían ni viviendo diariamente de fiesta en fiesta; la enfermedad psicológica la llevan en su interior... tales personas poseen estados íntimos definitivamente perversos...
Sin embargo esos sujetos se auto-califican como justos, santos, virtuosos, nobles, serviciales, mártires, etc., etc., etc.
Son gentes que se auto-consideran demasiado; personas que se quieren mucho a sí mismas...
Individuos que se apiadan mucho de sí mismos y que siempre buscan escapatorias para eludir sus propias responsabilidades...
Personas así están acostumbradas a las emociones inferiores y es ostensible que por tal motivo crean diariamente elementos psíquicos infrahumanos.
Los eventos desgraciados, reveses de fortuna, miseria, deudas, problemas, etc., son exclusividad de aquellas personas que no saben vivir...
Cualquiera puede formarse una rica cultura intelectual, más son muy pocas las personas que han aprendido a vivir rectamente...
Cuando uno quiere separar los eventos exteriores de los estados interiores de la conciencia, demuestra concretamente su incapacidad para existir dignamente.
Quienes aprenden a combinar conscientemente eventos exteriores y estados interiores, marchan por el camino del éxito...
(V.M. Samael: Cap 7: Psicología Revolucionaria)