Dante
Alighieri
(Florencia, c. 29 de mayo de 1265 – Rávena, 14 de septiembre de 1321)
Divina Comedia
Virgen madre, Hija de tu Hijo, la
más humilde a la par que la más alta de
todas las criaturas,
término fijo de la Voluntad Eterna.
Tú eres la que has ennoblecido de tal suerte la humana naturaleza,
que su Hacedor no se desdeñó de
convertirse en su propia obra.
En tu seno se inflamó el amor, cuyo
calor ha hecho germinar esta flor en la Paz Eterna.
Eres aquí, para nosotros, meridiano de
Sol de Caridad,
y abajo, para los mortales, vivo manantial de esperanza.
Eres tan grande, Señora, y tanto vales,
que todo el que desea alcanzar alguna Gracia y no recurre a ti,
quiere que su
deseo vuele sin alas.
Tu benignidad no sólo socorre al que
implora,
sino que muchas veces también se anticipa espontáneamente a la
súplica.
En ti reúnen la misericordia,
la piedad, la magnificencia,
y todo cuanto bueno existe en la criatura.”
Este, pues, que desde la más profunda
laguna del universo, hasta aquí,
ha visto, una a una, todas las existencias
espirituales,
te suplica le concedas la gracia de adquirir tal virtud,
que
pueda elevarse con los ojos hasta la salud suprema.
Y yo, que nunca he deseado más de lo
que deseo que el vea,
te dirijo todos mis ruegos, y te suplico que no sean
vanos,
a fin que disipes con los tuyos todas las nieblas procedentes de su
condición mortal,
de suerte que pueda contemplar abiertamente el sumo placer.
Te ruego además, !Oh Reina, que puedes
cuanto quieres!
Que conserves puros sus afectos después de tanto ver.
Que tu
custodia triunfe de las pasiones humanas.
(DANTE ALIGHIERI, cántico 33º, 3ª parte, «La Divina Comedia»).
(Citado por el Maestro Samael en su obra: Las Tres Montañas, Cap. XXVI; El Acontecimiento del Gólgota. Y también en "La Magia de las Runas".)
(DANTE ALIGHIERI, cántico 33º, 3ª parte, «La Divina Comedia»).
(Citado por el Maestro Samael en su obra: Las Tres Montañas, Cap. XXVI; El Acontecimiento del Gólgota. Y también en "La Magia de las Runas".)