La Virgen y las Catedrales:
(Texto extraído de la obra "El Misterio de las Catedrales", de Fulcaneli.
- El libro: El Misterio de las Catedrales y la interpretación esotérica de los símbolos herméticos (Le Mystère des Cathédrales), fue escrito en 1922 y publicado en París en 1929
- Hemos añadido algunos comentarios y notas nuestras).
La mayoría de las catedrales antiguas de Europa estaban colocadas bajo
la advocación de la bendita Virgen María o Virgen Madre. En Francia, el vulgo
llama a estas iglesias las Notre-Dame
(Nuestra Señora). En Sicilia llevan un nombre todavía más expresivo: Matrices. Son pues, templos dedicados la
Madre (en latín, mater, matris), a la Matrona en el sentido primitivo, palabra
que, por corrupción, se ha convertido en Madona (italiano; ma donna, mi Señora), y por extensión, Nuestra Señora.
Todas las catedrales legítimas están fundamentadas en la Ciencia
Alquímica.
La ciencia Alquímica es aquella que investiga “las transformaciones de
la sustancia original, de la Materia
elemental (latín: materea; raíz, mater, madre). Pues la Virgen Madre
despojada de su velo simbólico, no es más que la personificación de la
substancia primitiva que empleó, para realizar sus designios, el Principio
Creador de todo lo que existe”.[1]
En la epístola que
se lee en la misa de la Inmaculada Concepción se puede percibir este mismo
sentido, veamos:
“El Señor me tuvo consigo al principio de sus obras,
desde el comienzo, antes que criase cosa
alguna. Desde la eternidad fui predestinada, y antes que fuese hecha la tierra. Aún no existían los abismos, y
yo había sido concebida. Aún no habían brotado las fuentes de las aguas; aún no
estaba asentada la pesada mole de los montes; antes de que hubiese collados yo
había ya nacido. Aún no había hecho la tierra, ni los ríos, ni los ejes del
globo de la tierra. Cuando Él extendía los cielos, estaba yo con Él; cuando con
ley fija y valla encerraba los abismos; cuando arriba consolidaba el
firmamento, y ponía en equilibrio los manantiales de las aguas; cuando
circunscribía al mar en sus términos, y ponía ley a sus olas para que no
traspasen sus linderos; cuando asentaba los cimientos de la tierra, con Él estaba yo concertándolo todo”.
Se trata aquí
evidentemente de la esencia misma de las cosas, y en efecto nos enseña la
letanía que la Virgen es el Vaso que contiene el Espíritu de las cosas (Vas spirituale). En un antiguo libro se
describe una escena: “Sobre una mesa, a la altura del pecho de los Magos,
estaban, a un lado, un libro o una serie de hojas o de láminas de oro (el libro
de Thot – Hermes Trismegisto) y, al otro, un vaso lleno de un licor celeste-astral, compuesto de un tercio de
miel silvestre, una parte de agua de la tierra y una parte de agua del cielo...El
secreto, el misterio, estaba pues, en el vaso”.
Esta Virgen singular –
Virgo Singularis, como la llama
expresamente la iglesia -- es, además,
glorificada mediante epítetos que denotan con bastante claridad su origen
positivo. ¿Acaso no se llama también Palmera de Paciencia (Palma patientiae), Lirio entre espinas (Lilium inter spinas), Miel simbólica de Sansón, Vellón de Gedeón,
Rosa Mística, Puerta del Cielo, Casa de Oro, etc.?. Los mismos textos llaman a María Sede de la Sabiduría, lo cual
equivale al tema de la Ciencia Hermética, del saber universal.
En el simbolismo de
los metales planetarios, es la Luna
que recibe los rayos del Sol y los conserva secretamente en su seno. Es la
dispensadora de la sustancia pasiva a la cual anima el espíritu solar. María,
Virgen y Madre, representa pues, la forma; Elías, el Sol, Dios Padre, es
emblema del espíritu vital. De la unión de estos dos principios resulta la materia viva, sometida a las vicisitudes
de las leyes de mutación y de continuidad. Y surge entonces Jesús (el Cristo),
el espíritu encarnado, el fuego que toma cuerpo en las cosas, tal como lo
conocemos aquí abajo.
Por otra parte, la
Biblia nos dice que María, madre de
Jesús, era de la rama de Jesé. Ahora
bien, la palabra hebrea Jes significa fuego, el sol, la
divinidad. Ser de la rama de Jesé equivale pues, a ser de la raza del Sol, del
fuego. Como la materia tiene su origen en el fuego solar, tal como acabamos de
ver, el mismo nombre de Jesús se nos presenta en su esplendor original y
divino: fuego, sol, Dios.
Por último, en el Ave Regina,
la Virgen es adecuadamente llamada Raíz, (Salve,
radix), para señalar que es principio y comienzo de todo. “Salve, raíz por
la cual la Luz ha brillado sobre el mundo”.
Es interesante notar
que algunas de las construcciones dedicadas a la Virgen tenían dimensiones y
geometrías curiosas. Notre-Dame de París se levantaba antaño sobre una gradería
de once escalones (el número cabalístico de la Madre). En el Observatorio, un
colosal edificio realizado por Luis XIV, la balaustrada de su terraza se eleva
a 28 metros del nivel del suelo, y se hunde en el suelo a igual profundidad: 28
metros. En el ángulo de una de sus galerías subterráneas, se observa una
estatuilla de la Virgen colocada allí en 1671. 28+28= 56 (“mi palabra es 56...”
dice la Madre en un antiguo ritual). 28=2+8=10, la Rueda de la Fortuna, un 10
hacia arriba simbolizando la evolución y un 10 hacia abajo simbolizando la
involución. El 10 se sintetiza en el 1; los dos 10 reducidos al 1 forman el 11,
que curiosamente es la síntesis del 56 (5+6=11):
28 + 28
= 56
(2
+ 8 = 10) (2
+ 8 = 10)
(1 + 0 = 1) (1
+ 0 = 1)
1 + 1 = (5
+ 6 = 11)
Ella, pues, también es
la inteligencia que rige en los procesos evolutivos e involutivos tanto
materiales como espirituales.
La diosa Isis es la
madre de todas las cosas, que las lleva a todas en su seno, y sólo ella es la
dispensadora de la Revelación y de la
Iniciación.
No es posible pues,
llegar a las alturas de la Iniciación sin el auxilio de ella, sólo puede
llegarse hasta el Cristo por la intercesión de su Madre; sancta Maria ora pro nobis[2].
Ella está representada de pies sobre la media luna y siempre vestida de azul.
Color simbólico del astro de la noche.
En los cultos de la antigua diosa romana Ceres, al igual que en los de
Isis, no se aceptaba a nadie que no hubiera recibido la iniciación. En una
piedra tallada encontrada en la ciudad de Die, que representa a Isis, ésta era
llamada madre de los dioses. El mismo nombre se le ha dado a Rea o Cibeles.
Paz en el Corazón!