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viernes, 6 de junio de 2014

La Libertad y la Felicidad...


(A continuación texto del Maestro Samael)

Cuando uno disuelve el Ego en forma absoluta, adquiere Libertad, viene a saber lo que es la Libertad. Antes de que se disuelva el Ego, la Consciencia está completamente presa, formalmente presa, encerrada en un horrible calabozo; ese calabozo es el Ego. 

Si uno destruye el calabozo, que es el Ego, la Consciencia queda libre, y eso es lo fundamental: Acabar con esos grilletes que nos mantienen presos dentro del calabozo, presos; si lo logramos, la Consciencia queda libre...

Mucho se ha hablado sobre Libertad; ¡cuántos héroes han luchado por la Libertad de sus pueblos, pero ellos no saben qué cosa es Libertad, porque ni ellos están libres! Uno no viene a saber qué cosa es LIBERTAD, hasta que no consiga libertar su Consciencia, y uno no puede libertar su Consciencia hasta que no acabe con el mí mismo, con el Yo mismo, con el sí mismo.

Mientras esto que sea Yo, mientras esto que sea mí mismo (“mi persona”, Yo), exista, no sabré qué cosa es Libertad; mas si la Consciencia consigue libertarse del mí mismo, si reducimos a polvo al Yo mismo, si lo pulverizamos, la Consciencia queda libre, y viene uno a saber qué cosa es de verdad la Libertad, una Libertad que no conoce límites ni orillas, una Libertad sin fin, una LIBERTAD ETERNA; en esa Libertad hay Felicidad, una Felicidad inagotable...

Las gentes no saben qué cosa es FELICIDAD; confunden a la Felicidad con el placer, y he allí que son diferentes. Uno puede pasar unas horas de placer; alguien gozaría de una fiesta y creería ser feliz, más la Felicidad de verdad no existe en este mundo.

Uno no viene a conocer la Felicidad de verdad, hasta que no consiga libertar la Consciencia; mientras la Consciencia no se haga libre, no se es feliz, y para que la Consciencia se haga libre, se necesita destruir los grilletes que la mantienen prisionera dentro de la cárcel del dolor; esa cárcel es el mí mismo, el Yo mismo, “mi persona”, “mis propios sentimientos”, “mis deseos”, “mi propia mente atormentada”, “mis preocupaciones”, “mis odios”, “mi lujuria”, “mi egoísmo”, “mi envidia”, “mis resentimientos”; “yo mismo”:  “mis propios proyectos”, “mis propios deseos”...

Mientras uno no consiga que se destruya “eso” que soy “yo mismo”, mi Consciencia estará prisionera; pero el día que esto que “soy yo”, “yo mismo”, sea destruido, entonces la Consciencia quedará libre, y gozará de la auténtica Felicidad, que nada tiene que ver con el placer, que es opuesta al placer.

La Felicidad es algo que nadie conoce y que nadie puede describir. La mente no sabe qué cosa es Felicidad; no podría la mente reconocer la Felicidad, puesto que la mente jamás la ha conocido. ¿Cómo podríamos nosotros reconocer algo que nunca hemos conocido? Si nunca la mente ha conocido la Felicidad, ¿cómo haría para reconocerla?

La Felicidad viene a nosotros; ADVIENE, en una forma natural, adviene cuando el sí mismo, el Yo mismo ha muerto... Así, pues, HAY QUE LLEGAR A VIVENCIARLA, a experimentarla en forma directa.