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miércoles, 9 de julio de 2014

La Divina Madre, los Ritos Antiguos y las Letanías

Los Ritos Antiguos.

Texto de la Maestra H.P. Blavatzky. (Ver nota al final)

En toda la superficie del planeta, desde el Polo Norte hasta el Polo Sur, desde los helados golfos de los países nórdicos hasta las tórridas llanuras de la India meridional y del corazón de América, desde Grecia hasta Caldea, el Fuego Solar ha sido adorado como símbolo del Poder Divino creador del Amor y de la vida.

La unión del Sol (el elemento masculino) con la tierra y el agua (la materia-elemento femenino) se ha conmemorado en los templos esparcidos por el Universo entero. Nueve meses antes de llegar el solsticio de invierno, los paganos celebraban una fiesta conmemorativa de esta unión en la que se decía que Isis había concebido, pues bien, los cristianos hacen lo mismo, pues celebran nueve meses antes de la Navidad el grande y sano día de la Anunciación, día en que la “Virgen María” recibió el favor de (su) Dios y concibió al “Hijo del Altísimo”. ¿De dónde proceden la adoración del Fuego, de las luces y de las lámparas que se colocan en las iglesias? ¿Por qué se hace esto? Porque Vulcano, el dios del Fuego, se unió con Venus, diosa del mar.

Por esta misma razón los Magos y las Virgenes-vestales cuidaban del Fuego sagrado. El Sol era el “Padre” de la Naturaleza; o sea, de la eterna Virgen-Madre. La relación de aquel con ésta se repite en la dualidad Osiris- Isis y en la de Espíritu-Materia, la cual fue adorada bajo tres estados por los paganos y los cristianos.

He aquí de dónde proceden esas Vírgenes vestidas con un traje azul salpicado de estrellas, que pisan una luna creciente, símbolo de la naturaleza femenina (en sus tres elementos: aire, agua y fuego), fecundada anualmente por el Fuego o Sol masculino con sus radiantes rayos (las “lenguas de fuego” del Espíritu Santo).

El Kalevala, que es el poema más antiguo de Finlandia, cuya antigüedad precristiana es indiscutible para los eruditos, habla de los dioses finlandeses del aire y del agua, del fuego y de los bosques, del cielo y de la tierra. El lector podrá encontrar en la magnífica traducción al inglés del J.M. Crawford, Rurne L (Vol. II) la leyenda entera de la Virgen María, de “Mariatta, hermosa joven, Virgen-Madre de las Tierras nórdicas. pág.
729)”.

Ukko, el gran Espíritu que moraba en Yumala (el Cielo o Paraíso), eligió a la Virgen Mariatta con objeto de que le sirviera de vehículo para encarnarse por su medio en forma de Hombre-Dios.
Quedó ella encinta al comer una baya roja (marja). Repudiada por sus padres dio a luz a un Hijo inmortal en el pesebre de un establo; pero el “Santo Niño” desapareció inmediatamente y Mariatta se lanzó en su búsqueda. Preguntó a una estrella – “la estrella guía de los países nórdicos” – dónde se ocultaba “El Santo Niño”, pero ésta le repuso irritada:
Aunque lo supiera, no te lo diría; porque tu hijo fue quien me creó en el frío para que brillase eternamente...
Y la estrella no le dijo nada a la Virgen.
La dorada luna no consintió tampoco en ayudarle, fundándose en que le hijo de Mariatta la había creado dejándola en el anchuroso cielo:
Aquí me dejó para que durante las horas de la noche vagase en completa soledad por las tinieblas y luciera para bien ajeno...
Únicamente el “Argentado Sol” se compadeció de la Virgen-Madre y le dijo:
Allá lejos está el Niño adorado. Allí reposa tu santo Hijo, durmiendo oculto con agua hasta la cintura entre cañas y juncos...
Y Mariatta se lleva al Santo Niño a su casa y mientras que ella le llama “Flor”.
Otros le dicen “Hijo del Dolor”.

¿Nos encontramos, en este caso, ante una leyenda post-cristiana? De ninguna manera, pues ya dije antes que es una leyenda de origen esencialmente pagano, siendo creencia que es anterior al cristianismo.

Las Letanías de la Virgen María:

Vanitas Vanitatum: Nada hay nuevo bajo el Sol. Las Letanías a la Virgen María vienen a demostrar la verdad de las palabras de Salomón. El Papa Gregorio I estableció la adoración a la Virgen María, y el Concilio de Calcedonia la proclamó Madre de Dios. 

El autor de las Letanías no teme (quizás por su falta de inteligencia) embellecerlas con los títulos y adjetivos paganos, como ahora voy a demostrar.

No  hay ni un solo símbolo, ni una sola metáfora en estas famosas Letanías que no pertenezca a una multitud de diosas: todas ellas son Reinas, Vírgenes o Madres. Estos tres títulos se le aplican a Isis, Rea, Cibeles, Diana, Luifera, Lucina, Luno, Tellus, Latona, Triformis, Proserpina, Hécate, Juno, Vesta, Ceres, Lucotea, Astarté, la celeste Venus y Urania, Alma Venus, etcétera, etc.

Paralelamente al primitivo significado de la Trinidad (significado esotérico, o sea, Padre, Madre e Hijo), encontramos la Trimurti occidental (Dios de tres caras) que, en el Panteón masónico se representa por medio del “sol, la luna y el Venerable”, trinidad que es una ligera alteración de la constituida por el Norte o fuego germánico, el Sol y la Luna.

Tal vez fue el conocimiento íntimo de esto lo que indujo al Maestro Ragón a escribir la siguiente profesión de fe:
“Tengo para mí que el Hijo es idéntico a Horus, el hijo de Osiris y de Isis; es decir, el Sol que salva todos los años al mundo de la esterilidad ya a todas las razas de la muerte universal”.

Y luego, continúa hablando de él, de las letanías de la Virgen María, de los templos, fiestas, misas y servicios de la Iglesia, peregrinaciones, oratorios jacobinos, franciscanos, vestales, prodigios, exvotos, nichos, estatuas, etc.

El famoso hebraísta De Malville, traductor de la literatura rabínica, observa que los judíos dan a la luna todos los nombres que se encuentran en las Letanías, los cuales son utilizados para glorificar a la Virgen. Este autor encuentra en las Letanías de Jesús todos los atributos de Osiris – el sol eterno – y de Horus – el sol anual.

Y lo demuestra así:

Mater Christi es la madre del “Redentor” de los antiguos masones, o sea, del Sol. Los hoy polloi egipcios pretendían que el Niño, o símbolo de la gran estrella central (Horus), era el Sol de Osiris e Isis, cuyas almas habían pasado a animar después de la muerte al Sol y a la Luna. Los fenicios dieron a Isis el nombre de Astarté, nombre con el cual adoraban a al Luna, a la cual personificaban como una mujer adornada con cuernos que simbolizaban el cuarto creciente lunar.

Cuando en el equinoccio de otoño el espose de Astarté (el Sol) era vencido por el Príncipe de las Tinieblas y descendía a los infiernos, los fenicios representaban a la diosa llorando por la pérdida del esposo que era, al mismo tiempo, su hijo, como llorara también Isis por la de su esposo, hermano e hijo (Osiris-Horus). Astarté sostiene en la mano una varita cruciforme, una cruz regular, y pisa llorosa el cuarto creciente lunar. 

La Virgen María suele ser representada en la misma actitud: de pie sobre la luna nueva, rodeada de estrellas y llorando a su hijo: justa crucem lacrymosa dum pendebat filius (véase Stabat Mater Dolorosa). ¿NO es acaso la Virgen la sucesora de Isis y de Astarté?, se pregunta el autor.

Basta recitar las Letanía de la Virgen recitadas en la Iglesia católico-romana para percatarse de que no se hace otra cosa que repetir los encantamientos dirigidos  a la diosa Adonaia (Venus), la cual fue madre de Adonis, el dios solar de tantísimas naciones; a Milita (la Venus asiria), diosa de la naturaleza; a Alilat, simbolizada por los árabes con dos cuernos lunares; a Selene, mujer y hermana de Helios, el sol dios de los griegos; o  a la Magna Mater... honestíssima, purissima, castissima Madre Universal de todos los seres, porque es la MADRE NATURALEZA.

María es, indudablemente, la Isis Miriónimos, la diosa madre de los diez mil nombres. Y así como el sol, que era Febo en los cielos, se convertía en Apolo en al tierra y en Plutón en las regiones inferiores (después de ponerse el Sol), así también la Luna, que era Feba en los cielos y Diana en la tierra (Gaya, Latona, Cers), se transformaba en Hécate y Proserpina al llegar al Hades. 

Y ¿Cómo nos ha de extrañar que María sea llamada regina virginum, “Reina de las Vírgenes”, y Castissima, si hasta las oraciones que se le ofrecen a la sexta hora de la mañana y de la tarde están copiadas  de las que cantaban los gentiles (paganos) a las mismas horas en honor de Feba y de Hécate?

 Sabido es que el verso “Stella Matutina” de las Letanías de la Virgen es una copia fiel del que se encuentra en las Letanías de las Triformis paganas.

El Concilio condenó a Nestorio por haber sido el que, por primera vez, dio a María el nombre de “Madre de Dios”, Mater Dei.


Más adelante diremos algo acerca de estas famosas letanías de la Virgen y demostraremos a satisfacción cuál es su origen. Tomaremos nuestras pruebas de los clásicos y modernos a medida que avancemos, y completaremos la cuestión con los Anales de las Religiones existentes en la doctrina esotérica. 

Los Orígenes del Ritual en la Iglesia y en la Masonería, H.P. Blavatzky, Cap. II: “El Símbolo de la Virgen María”. Pág. 13.


Nestorio, en griego Νεστόριος (c. 386–c. 451), líder cristiano sirio del siglo V. Fue patriarca de Constantinopla y fue acusado de profesar la doctrina que lleva su nombre (nestorianismo), consistente en una separación total entre la divinidad y la humanidad de Cristo. Tal doctrina fue declarada herética por el Concilio de Éfeso, que depuso a Nestorio del patriarcado en 431. Murió en los desiertos de Libia entre 440 y 451.