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jueves, 27 de febrero de 2014

Meditación 26.10: Para Experimentar el Vacio Iluminador

La Experiencia del Vacío Iluminador

(Texto Azul: VM Samael)

1.         En el mundo oriental se habla muy en síntesis.  Por ejemplo, el Budhismo[1] Zen[2] o Chan[3] sólo dice que hay que llegar a la quietud de la Mente, al silencio de la Mente con el propósito de lograr la irrupción del VACÍO ILUMINADOR.  Se nos dice que en el Satori[4] hay verdadera felicidad.

2.         Sólo librándonos del calabozo intelectual podremos vivenciar la dicha del vacío iluminador, libre y enteramente insustancial.

3.         El vacío es sencillamente un término Buddhista claro y preciso que denota la naturaleza no substancial y no personal de los seres, y una señal de indicación del estado de absoluto desprendimiento y libertad fuera del tiempo y más allá de la mente.

4.         Bebed el vino de la meditación en la copa deliciosa de la perfecta concentración.

Ampliación

En este Mundo Tridimensional de Euclides sólo se conocen causas y efectos mecánicos, mas no las Leyes Naturales en sí mismas. Mas en el Vacío Iluminador, ellas son, ante nosotros, como realmente son.

Podíamos percibir en ese estado, con la Esencia, con los Sentidos Superlativos del Ser, las “cosas en sí”, tal cual son.

En el mundo de los fenómenos físicos, solamente percibimos, en realidad, la apariencia de las cosas: ángulos, superficies, nunca un cuerpo entero en forma integral; y lo poco que percibimos, es fugaz. Porque nadie podría percibir qué cantidad de átomos, por ejemplo, tiene una mesa o una silla, etc.; empero, en el Vacío Iluminador, percibimos las “cosas en sí”, tal cual son, integralmente...


Una Experiencia y una Conclusión...

Un día cualquiera, no importa cual, hallándome en el Vacío Iluminador, más allá de la Personalidad, del Yo, de la Individualidad, sumergido en eso que podríamos decir el “LOGOS”, “AQUELLO”, sentí que era todo lo que es, ha sido y será; experimenté la UNIDAD DE LA VIDA, libre en su movimiento. Entonces era la flor, era el río, que cristalino corre entre su lecho de rocas, cantando con su lenguaje delicioso; era el ave que se precipita en los fondos insondables; era el pez que navega deliciosamente entre las aguas; era la Luna, era los Mundos, era todo lo que es, ha sido y será...

El sentimiento del mí mismo, del Yo, hubo de temer, sí; sentí que me aniquilaba, que dejaba de existir como individuo, que era todo menos un individuo, que el mí mismo tendía a morir para siempre.

Obviamente, me llené de indecible terror y volví a la forma. Nuevos esfuerzos me permitieron, entonces, la irrupción del Vacío Iluminador, otra vez, y volví a sentirme confundido con todo, siendo todo. Como persona, como Yo, como individuo, había dejado de existir.

Éste estado de Conciencia se hacía cada vez más y más profundo, en tal forma que cualquier posibilidad para la existencia se paraba (para la existencia individual), tendía definitivamente a desaparecer. No pude resistir más: Volví a la forma. Un tercer intento, tampoco lo pude resistir: Volví a la forma. 

Desde entonces sé que para experimentar el Vacío Iluminador, que para sentir el TAO en sí mismo, se necesita eliminar el Yo del terror; eso es indubitable...

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[1] Budismo, religión de gran importancia a escala mundial, fundada en el noreste de la India. Se basa en las enseñanzas de Siddhartha Gautama, más conocido como Buda o El Iluminado. Se originó como un movimiento monástico dentro de la tradición brahmánica dominante en aquel entonces, aunque rápidamente el budismo se fue desarrollando en otra dirección, adquiriendo características propias. Buda no sólo renegaba de algunos aspectos muy significativos de la filosofía hindú, sino que también desafiaba la autoridad de sus sacerdotes, no aceptaba la validez de las escrituras védicas, y estaba en contra de los sacrificios al culto en los que se basaban estas escrituras. Además Buda abrió su movimiento a personas de todas las castas sociales, rechazando abiertamente la idea de que los asuntos espirituales de las personas estuvieran determinados por la condición social dentro de la que nacen.

[2] El zen es la peculiar manera china de conseguir la meta budista de ver el mundo tal como es, es decir, con una mente que no tiene pensamientos ni sentimientos de apego (en sánscrito, trishna). A esta actitud se le denomina no mente (en chino, wu-hsin), un estado de conciencia en el que los pensamientos se suceden sin dejar ningún rastro. A diferencia de otras formas de budismo, el zen sostiene que tal libertad mental no puede obtenerse mediante una práctica gradual, sino que debe llegar mediante una idea directa e inmediata (en chino, tun-wu; en japonés, satori, en sánscrito, samadhi). Así pues, el zen abandona tanto las teorías como los sistemas de práctica espiritual y comunica su visión de la verdad por un método conocido como indicación directa. Sus intérpretes responden a todas las preguntas filosóficas o religiosas por medio de palabras o acciones no simbólicas. La respuesta es la acción tal como es y no lo que representa. Es típica la respuesta del maestro zen Yao-shan, al preguntarle: "¿Qué es el camino (del zen)?" contestó: "¡Una nube en el cielo y agua en la jarra!". Los estudiantes zen se preparan para ser receptivos a tales repuestas sentándose para meditar (en japonés, za-zen) mientras observan, sin realizar comentarios, ocurra lo que ocurra.

[3] Zen, escuela budista que se desarrolló en China y más tarde en Japón como resultado de una fusión entre la forma Mahayana del budismo originario de la India y la filosofía china del taoísmo. Zen y chan son, respectivamente, las formas japonesa y china de pronunciar el término sánscrito dhyana, que designa un estado mental más o menos equivalente a la contemplación o meditación, aunque sin el sentido estático y pasivo que estas palabras conllevan a veces. Dhyana denota de forma específica el estado de conciencia de Buda, aquél que está libre de la creencia de que la individualidad diferenciada de uno mismo y de las otras cosas es real. Todas las escuelas del budismo sostienen que las cosas separadas sólo existen en relación con otras. Esta relatividad de los individuos se denomina vacuidad (en sánscrito, sunyata), que no significa que el mundo no sea nada en la realidad, sino que la naturaleza no puede ser comprendida por ningún sistema de definición o clasificación fijo. La realidad es la mismidad (en pali, tathata) de la naturaleza, o el mundo tal como es, independiente de cualquier pensamiento específico que se tenga sobre él.

[4] Samadhi. Ver notas anteriores.